Santa Pau

La imagen añosa y entrañable de Santa Pau es una fotografía de las más bellas cuando pienso en imágenes de Cataluña.
La antigua baronía medieval, a pesar de haber recuperado en los últimos años su esplendor gracias al turismo y a su situación privilegiada en el corazón de la zona volcánica de La Garrotxa, no ha perdido su estrecha relación con el campo, lo que la hace cotidiana, muy vívida, mágica y a la vez muy real. Y es que desde su imponente castillo se huelen las huertas, desde su plaza se escuchan cencerros, desde las callejas que pasan bajo los arcos de su Vila Vella se llega en un santiamén a alguna centenaria masía.

LLegar a Santa Pau, localidad de la zona volcánica de la Garrotxa , en la Costa Brava es viajar a nuestro pasado medieval, un pasado, que en el caso de Santa Pau, es único, puesto que sus muros no son los de un pueblo destinado solo a visitas turísticas, está habitado. ¿ Os imagináis lo bonito que es ir paseando por esas callejuelas empedradas y ver las líneas de tender con ropa secándose al sol y balcones centenarios con geranios dando color a los marrones de la piedra?
Ir caminando , rodeando el perímetro del castillo medieval que data de los s. XII-XIV, y ver las maravillosas puertas de madera por las que se escapaba el olor a comida dió a mi visita una sensación de calidez inesperada, yo imaginaba mil historias pero no un paseo con aromas de la vida cotidiana.

Por la carretera que lleva a Santa Pau, bordeando el mar y rodeado de sembradíos de todo tiempo, se llega a un paraíso situado en el Parque Nacional de la Garrotxa cuya naturaleza lo convierte en el más espectacular de la Península debido a sus numerosos conos volcánicos. Continuando por este camino se pueden ver a un lado el volcán Santa Margarita y al otro lado el Volcán Croscat. De allí se extraía el “lapilli”, greda volcánica, con la que están hechas la mayor parte de las calles del casco antiguo de Santa Pau. De paso por los volcanes cuya aventura contaré en otro de mis rincones, nos dirigimos a la Sierra de Finestress, mientras veíamos la población a lo lejos, para llegar hasta el Portal del Mar.