Alcazar templario, Santuario de Vera Cruz
Cuando llegas a Caravaca, ves la cima de una fortaleza, antiguo castillo templario, coronada por un templo, el Santuario de la Santa Cruz.
Afonso X el Sabio reconquista el castillo en 1243, para las armas cristianas y mediante el tratado de Alcaraz pasa a la Corona de Castilla. Alfonso X se lo entregará a Berenguer de Entenza para su defensa, para pasar posteriormente a manos de la orden militar del Temple, entre 1266 y 1310, en que la orden del Temple fué disuelta.
Entre 1310 y 1344 fué villa de realengo, pasando en esta última fecha a depender de la Orden de Santiago, mediante donación de Alfonso XI al gran maestre de la misma, Fadrique, bajo cuyo mandato estuvo hasta la desaparición temporal de las ordenes militares en el siglo XIX.
n 1617 comienza la construcción del Santuario en el interior del Castillo, finalizando los trabajos en el 1703.
El santuario realizado en estilo barroco en el siglo XVIII (año 1722) consta de dos cuerpos, separados los dos primeros por un entablamento cuya cornisa queda quebrada para albergar un escudo real. Es una portada con elementos de una imaginación desbordante, una exhalación de la Santa Cruz.
Es importante porque la cruz de Caravaca es un "Lignum Crucis", es decir, un trozo de madera perteneciente al leño donde fué crucificado Cristo, conservado en un relicario en forma de cruz de doble travesaño. Esta cruz, desde antaño, ha sido reconocida por la iglesia católica como "Vera Cruz" (verdadera cruz), otorgándosele bulas e indulgencias a los peregrinos que iban a adorarla.
En 1988 Juan Pablo II concedió a Caravaca la celebración del Año Jubilar Permanente "in perpetuum" (Ciudad Santa), privilegio que sólo poseen cinco ciudades en el mundo: Jerusalén, Roma, Santo Toribio de Liébana, Santiago de Compostela y Caravaca de la Cruz. El primer año santo se ha celebrado en el año 2.003 y su perioricidad es de siete años.


