Sendero hacia la playa Kalalau
A través de este sendero, recorrerás los imponentes acantilados del norte de Kauai: la costa Na Pali. Podrás acampar, descubrir flores de intensos colores, sitios sagrados y como en casi cada rincón de las islas hawaiianas, el valle de Kalalau, al final de tu excursión, tiene una historia que contar.
En 1892, un hombre llamado Ko'olau que había sido un respetado cowboy del rancho Gay&Robinson en Kauai, contrajo la lepra, una enfermedad que en aquel entonces, no tenía ni tratamiento ni cura. Le ordenaron que se marchara a Kalaupapa en la isla de Molokai pero su mujer Pi'iolani y su pequeño hijo Kaleimanu, no podrían acompañarlo. La pareja se había prometido no separarse jamás decidiendo así, mudarse los tres juntos, cambiando su casa de Kekaha por el remoto valle de Kalalau. Cabalgaron hacia la cima del Cañón de Waimea y más allá, hasta llegar a la costa Na Pali, donde descendieron a pie el escarpado sendero hacia el valle, encontrándose con otras víctimas de la lepra que también habían encontrado refugio allí. Al año siguiente les encontraron y ordenaron abandonar el valle para enviarlos a Kalaupapa, pero Ko'olau se negó, dejando claro que cualquiera dispuesto a forzarlo a marcharse, lo haría sobre su cadáver. Louis Stoltz, ayudante del sheriff y cuñado del reverendo de Waimea, persiguió a Ko'olau hasta el valle intentando capturarlo vivo o muerto, siendo sorprendido por éste y su gran puntería, en el mismo momento que pretendía matarlo de un balazo. La muerte del ayudante llegó rápido a los oídos del sheriff que envió fuerzas armadas del gobierno provisional de Hawai'i, para capturar o matar al rebelde leproso. Al llegar los soldados al valle, Ko'olau y su familia, con el pequeño mostrando señas de lepra, se escondieron en una cueva conocida como Waimakemake, debajo de un acantilado. El primer soldado que se acercó a la cueva fue abatido por Ko'olau, como también el segundo, por lo que abandonaron la zona para coger refuerzos y mejores armas, permitiendo que la familia pudiera trasladarse hasta una ubicación más alta, soportando cuatro días sin comida ni agua. Los soldados regresaron disparando poderosa artillería, acribillando todo lo que se pusiera en su paso, creyendo haber matado sus objetivos y abandonaron el valle, dejando a la familia a salvo y unida en las tierras altas de Na Pali. Durante dos años allí vivieron, hasta que el pequeño Kaleimanu falleció. Un año después, en 1986, Pi'ilani perdía a su marido también por la lepra; con un pequeño cuchillo cavó pacientemente en la tierra, hasta enterrar a su amado junto al rifle. Habían pasado tres años desde que llegaran los tres juntos al valle, durante los que no se relacionaron con nadie, solo con unos residentes que por allí pasaron, poco antes de la muerte de Ko'olau. Allí continuó sola, aislada en el valle durante dos meses más, hasta que escaló hacia la cima de Na Pali y caminó de regreso a su casa en Kekaha, donde se reunió con su familia. Las autoridades interrogaron a Pi'ilani y decidieron no responsabilizarla por estar junto a su marido, cuando éste mato al ayudante del sheriff y aquellos soldados. Así fue que Pi'ilani vivió hasta 1914 y escribió el relato de su vivencia en lenguaje hawaiiano, siendo traducida por Frances N. Frazier y publicada en 2001 como "La verdadera historia Kaluaikoolau como la contó su esposa Pi'ilani". La historia también conmovió al escritor Jack London, autor de “Koolau el leproso”.