Agradable sorpresa
La primera vez que visité la principal pagoda o templo de Yangon no tenía ninguna idea acerca de lo que me iba a encontrar. La agradable sorpresa fue mayúscula y muy agradable.
La pagoda principal es un poco más pequeña que la de Bago, pero todo lo que la rodea la supera y en mucho.
El número de rincones que alberga esta pagoda es tan grande que horas pueden ser insuficientes para visitarla. Más aún teniendo en cuenta como cambia la visión y el ambiente a medida que se atraviesa el atardecer y llega la noche.
Hay muchos chicos ofreciéndose a ser guías, buscando alguna recompensa a cambio. Si se encuentra un buen guía valdrá la pena contar con sus servicios, pero es difícil saberlo de antemano.
Lo que supone una garantía segura es acercarse a hablar con la gente, intentando acertar a dar con quien hable inglés. Puede acabar uno ayudando a barrer el suelo de la pagoda (momento que uno nunca debe perderse, aunque sea como espectador) o comiendo mohinga, invitado tras haber colaborado voluntariamente en dicha limpieza.
En febrero del 2009 hay que pagar 5 dólares o 6.000 kyats para entrar si eres extranjero.
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