Una iglesia diferente
Diferente por muchos motivos. Quizá el principal es que es la más antigua de Hamburgo, ya que se remonta al siglo XI. Una prueba de ello la vemos nada más subir los escalones que nos llevan a la puerta principal, en ella se encuentra una cabeza de león en bronce, que también es una de las obras de filigrana en metal más antigua de la ciudad y que da la bienvenida a los visitantes.
Cuando hablamos de su antigüedad nos referimos a los cimientos, ya que el edificio que ahora vemos se levantó en 1849 en estilo neogótico, para sustituir a la anterior que fue destruida por un incendio siete años antes. La torre, por su parte se terminó en 1878, cuando se colocó la pequeña aguja que la eleva hasta los 127 metros de altura.
Dentro encontramos las otras diferencias que convierten a San Pedro en un templo único. Altares que se levantan directamente en el suelo, con arena, ladrillo y velas, formando una cruz o custodiando y protegiendo una imagen de la virgen, preciosos trípticos policromados que sólo podemos encontrar en el norte de Alemania, una nave austera embellecida por los chorros de luz que entran por sus preciosas vidrieras de colores y sobre todo un silencio sobrecogedor como el que debieron mantener aquellos ciudadanos que fueron encerrados en la iglesia por las tropas de Napoleón cuando se negaron a darles de comer.
Una de las iglesias más elegantes y sobrias que he visitado, tiene ese toque mágico que le otorga un encanto especial que hace que el visitante no quiera abandonarla, sino respirar su tranquilidad y su belleza.


