Primeras experiencias
¡Vamos a salir a ganar!
Con un campo de césped natural y unos compañeros decididos a vencer, la iniciación a este deporte no puede presentar mejores perspectivas. Mi primera consigna es, hay que levantarse después de un buen placaje. Desmarcarse con rapidez para recibir el balón en una buena posición es fundamental.
Pero luego viene la cruda realidad. Te lanzan el balón desde veinticinco metros y a ver quién es guapo que lo recibe.
Llega la hora de empujar en la meleé. Tus hombros ya no dan más de sí y acabas en el suelo.
Comienzas a correr esperando el pase; en el momento de la recepción un muchacho de uno noventa te empuja con sus brazos y sales volando a más de dos metros. Cuando tienes que patear entre los dos palos, el óvalo sale como si fuera un guijarro sin control.