¡Anda que no me sorprendí yo cuando fui c...
¡Anda que no me sorprendí yo cuando fui con unos amigos a Narita!
A todos nos suena este nombre por el aeropuerto internacional por el que se entra al país, pero resulta que la localidad es un precioso pueblo que todavía conserva viviendas y comercios tradicionales de la época Edo.
Cuando sales de la estación a mano izquierda ya se puede ver la calle que conduce al templo principal del lugar, y que es famosa por los restaurantes de anguila. Puedes ver allí mismo como las sacan vivas de un balde y las preparan en un momento delante de tus ojos (esto impresiona).
Si eres capaz finalmente de avanzar entre tanta tienda y restaurante tentador, llegarás al templo que te dará la bienvenida con su enorme portón de madera.
Si os encontráis con fuerzas cuando os bajáis del avión quizás podáis dejar las maletas en alguna taquilla de la estación y coger el tren de la línea Keisei que os dejará en el pueblo a tan sólo una parada desde el aeropuerto.
Si además coincide que es primavera, estad atentos a la página web porque se celebra un festival de Taikos, los tambores japoneses, que es digno de ver. De hecho yo fui por eso y bien sorprendido que me quedé.