Roberto Gonzalez
Demasiados dorados
Bueno, como hotel de paso no está mal, aunque no me imagino yo quedándome en este hotel más de una noche, la verdad. Primero por su lejanía del centro histórico de Seúl, ya que hay que decir que está en el barrio de Incheon, que se encuentra a varias decenas de kilómetros de los puntos más importantes de la capital de Corea del Sur, y segundo porque no es mi estilo de hotel, relleno de adornos que imitan al oro, mármoles en miles de colores y sobre todo brillos cegadores de metal y piedra pulidos hasta la saciedad.
Pero bueno, la compañía Air Corea decidió que por su cercanía al aeropuerto era la mejor opción, y no le íbamos a llevar la contraria después de tantas horas de vuelo a nuestras espaldas y muchas más en el horizonte.
Así que decidimos disfrutar de este mamotreto enclavado justo frente al Central Park de Incheon, que debo decir que nos sorprendió.
El hotel en sí no está mal, camas supercómodas con colchones confortables e inmensos, ducha y bañera con hidromasaje, buenas vistas, comida oriental aceptable y sobre todo un entorno que combina el cemento y la naturaleza. Después de cenar y para hacer la digestión nos dimos una vueltecita por el Central, que si no fuera porque sabíamos que estábamos en Corea, podríamos haber confundido por su forma e imagen con su homónimo neoyorkino.
Una casa de baños donde los lugareños mojaban sus pies en agua caliente ( supongo que para aliviar sus miembros de un duro día de trabajo), un lago enorme cruzado por puentes iluminados en mil colores, un embarcadero para lanchas de remo, kilómetros de senderos para correr e ir en bici y todo esto flanqueado por edificios pertenecientes a cadenas hoteleras como Marriot o Ritz Carlton y bancos de renombre mundial, lo que claramente daba a entender que el lugar es frecuentado por hombres de negocios con alto poder adquisitivo.
Un detalle que no pasa desapercibido desde nuestra habitación que daba al frente del hotel era un conjunto de varias edificaciones de estilo coreano que con sus aires de palacio o pagoda albergaban restaurantes elegantes donde supongo que cenarían los ejecutivos casi exclusivamente puesto que desde fuera se veía el empaque y el lujo.
Bueno, repito que como hotel de paso no está mal, pero desde luego que cuando visite Seúl en serio buscaré algo que no sea tan estridente y desde luego mucho más cercano.
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