Turismo saludable
Nuestra visita a Baden la recordaremos, principalmente, por haber pasado unos momentos increíbles en este recinto termal.
Actualmente está de reformas, pues están ampliándolo y en plena excavación de restos arqueológicos de la época romana, y eso hace que los alrededores estén algo destartalados, y con grúas, pero a excepción de eso sigue siendo un lugar espléndido donde remojarse en aguas calentitas y repletas de minerales. Tienen también una cafetería donde tomarse algo antes o después del baño.
La entrada individual para el baño son 16 chf (francos suizos), y puedes estar dos horas, te dan una llave para la taquilla y dejas 5 chf de fianza que te devuelven a la entrega de la llave antes de irte, están al lado de los cambiadores, pero en las taquillas no te aconsejan que dejes nada de valor, para ello hay unas pequeñas consignas que funcionan con monedas de 2 chf. Por las toallas no os preocupéis, os las proporciona el centro, una vez salgais del agua os las acercan bien calentitas; así que sólo tenéis que llevar las chanclas, el gorro no es obligatorio.
Tras ponernos el bañador sólo queda pasar por la ducha y al agua patos!
Tienen dos piscinas, una cubierta y otra al aire libre, una a 36ºC y la otra a 37ºC una temperatura más que agradable, sin llegar a quemarte. Son bastante grandes y en ellas podemos encontrar zonas de corrientes, sillas de burbujas, pequeños jacuzzis y chorros de agua a diferentes alturas. La de fuera está rodeada de vegetación y puedes contemplar el paisaje mientras estás en remojo, totalmente relajado. Resaltar que estaba todo muy limpio y cuidado.
Cuando estuvimos hacía frío y lloviznaba, y lo que podría haber sido un contratiempo se convirtió en un encanto añadido; salimos a la piscina exterior y del agua salía vapor, creando una atmósfera mágica, los pájaros revoloteaban cantando por los árboles y las gotitas frías de lluvia caían lentamente sobre nuestra cara, mientras nuestro cuerpo se mantenía caliente bajo las aguas termales...


