Por fin llegamos a un punto del camino...
Por fin llegamos a un punto del camino desde el cual divisamos entre perplejos y entusiasmados el primer gran salto que el río Abay realiza en su curso, en un largo peregrinaje que le conducirá durante cientos de kilómetros hacia el encuentro en la ciudad sudanesa de Jartum con su hermano el Nilo Blanco y finalmente a su desembocadura en el Mediterráneo
Las cataratas de Tis Isat constituyen un espectáculo impresionante (venido a menos en los últimos tiempos debido a la construcción de una central eléctrica que desvía gran parte del cauce del río).
Desde nuestra privilegiada atalaya no nos cansamos de contemplar el salto al vacío que realiza el Abay, una caida de 45 metros de altura en un frente de unos 400 metros. El río ruge, su estruendo quiebra el silencio de estos parajes , su fuerza provoca que el vapor del agua se eleve hacia el cielo etíope formando una fina cortina de humo que no hace sino refrendar el acierto de los que en su día bautizaron a estas cataratas (recordemos que en amárico Tis Isat quiere decir Humo sin fuego o Agua humeante – depende del traductor-)
Me gustaría acabar esta descripción con una reivindicación de la figura de Pedro Paez, un sacerdote español que en el año 1618 tuvo la fortuna y el honor de alcanzar lo que no habían logrado ni griegos ni romanos, esto es las fuentes del Nilo Azul.