Roberto Gonzalez
El pequeño paraiso
Antigua fue, es y será una de las islas más mimadas del Caribe.
Y es que todas las señales apuntaban a que lo fuera. La isla tenía vientos cálidos continuos, un completo litoral de puertos seguros, y un muro de protección, casi ininterrumpido, de arrecifes de coral. Sería un lugar perfecto para ocultar una flota.
Y así, en 1784 el legendario almirante Horacio Nelson ( el que no quiso saber nada más de Tenerife, donde dejó un brazo por obra y gracia del cañón Tigre), navegó a Antigua y estableció la base más importante en el Caribe de Gran Bretaña. Ni se imaginaba que 200 años más tarde las mismas características únicas que atrajeron a la Marina Real transformarían Antigua y Barbuda en uno de los principales destinos turísticos del Caribe.
La mayoría de los habitantes de Antigua son de linaje africano, descendientes de los esclavos traídos a la isla hace siglos para el trabajo en los campos de caña de azúcar, el resto son blancos y un pequeñísimo porcentaje de descendientes arawak.
El carácter caribeño, apacible y amable, de quien ve la vida pasar sin cambios radicales de temperatura, que agrían el carácter, o gobiernos que agrían el bolsillo, que viven el día a día sin muchas complicaciones, es la base del pueblo de Antigua, que muestra y ofrece lo que tiene con todo su corazón. Como las formidables playas de arena blanca que parece polvo de talco, o las bahías que llevan el verde de la vegetación hasta el agua o los inmensos campos de piña tropical negra, una variedad que sólo se da en la isla y que tiene un sabor intenso y único, como Antigua.
Un paseo en coche de unas 3 horas es más que suficiente para hacernos una idea global de la isla y pensar seriamente en volver lo más pronto posible a la Puerta del Caribe, como la apodaban los europeos.
El carácter caribeño, apacible y amable, de quien ve la vida pasar sin cambios radicales de temperatura, que agrían el carácter, o gobiernos que agrían el bolsillo, que viven el día a día sin muchas complicaciones, es la base del pueblo de Antigua, que muestra y ofrece lo que tiene con todo su corazón. Como las formidables playas de arena blanca que parece polvo de talco, o las bahías que llevan el verde de la vegetación hasta el agua o los inmensos campos de piña tropical negra, una variedad que sólo se da en la isla y que tiene un sabor intenso y único, como Antigua.
Un paseo en coche de unas 3 horas es más que suficiente para hacernos una idea global de la isla y pensar seriamente en volver lo más pronto posible a la Puerta del Caribe, como la apodaban los europeos.
Leer más



+7