Roberto Gonzalez
La ciudad moderna y modernista
Poco podía imaginar aquella pequeña ciudad medieval de Redis el glorioso futuro que le esperaba con el devenir de los años como una de las principales ciudades de Cataluña. Gracias al comercio (el puerto de Salou, el mercado y la feria), el pueblo llegó a ser pronto una de las grandes poblaciones de la zona creciendo considerablemente y convirtiéndose en una notable ciudad industrial con una importante producción de lana y cerámica. Más adelante se metió de lleno en la producción y comercio de la seda que junto con su potente industria de fabricación de aguardientes la emparejó en el mercado mundial con ciudades como París y Londres.
Esta bonanza, o mejor esta riqueza económica de la que disfrutó, hizo que se desarrollara como centro de muchos mecenas de las artes que dotaron a la ciudad de hermosas casas, palacios y residencias de nobles y de comerciantes venidos a más. De todo ello disfrutamos ahora al pasear por las calles de Reus, ya que a cada paso que damos encontramos muestras y frutos de la genialidad de arquitectos como Luís Doménech i Montaner con su preciosa casa Navás, la menos conocida casa Gasull o la delicada y elegante casa Rull, el tétrico pero hermoso dispensario antituberculoso de Rubió y Bellver, con su tejado en la misma fachada o la casa Grau, hoy una farmacia, que mezcla los estilos modernistas con la decoración afrancesada del Art Noveau que se refleja en su fachada.
El centro neurálgico de la ciudad es la Plaza del Mercadal, que mantiene el encanto de su amplitud, la elegancia de sus edificios nuevos y antiguos, y el recuerdo del pasado bajo sus soportales. De ella parten nada menos que diez calles y todas las rutas turísticas, históricas y artísticas que nos ofrece Reus.
Caminemos por las calles más céntricas para observar el ir y venir de todos los que acuden a Reus para hacer sus compras, para pasear o para disfrutar de los edificios modernistas que, perfectamente conservados, les salen al paso para recordar la riqueza de la ciudad; alejémonos un poco del centro, dejando atrás la Plaza de Prim, con su estatua ecuestre del glorioso general, que en tiempos desplazó al Mercadal como centro de la ciudad.para trazar círculos concéntricos que nos harán seguir el trazado medieval de la ciudad y descubrir joyas escondidas como la iglesia de San Pere o el Barrio Gaudí, construido por el siempre polémico arquitecto Bofill.
Una curiosidad: pocos visitantes saben, que con ánimo de incrementar la velocidad del comercio entre Reus y el resto del mundo, se inició la construcción de un canal que uniera la ciudad con el puerto de Salou. Desgraciadamente el dinero, como en muchas ocasiones, se lo comió la guerra.
Y no podemos irnos de Reus sin probar su famoso aguardiente, fuente de riquezas y de donde proviene el dicho "Reus, París y Londres" refiriéndose a que era el primer centro de cotización junto a estas dos ciudades europeas.
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