Viajar a Girona es rodearse de un patrimonio de más de dos mil años de historia. Cuenta con dos recintos fortificados: la Força Vella y el ensanche medieval. La ciudad mezcla atracciones culturales con turismo activo. Su Barri Vell (o casco histórico) es uno de los más evocadores de Cataluña con monumentos medievales únicos en Europa, y las coloridas Casas del Oñar emplazadas en la judería son símbolo de la ciudad. Muchos viajeros deciden visitar Girona debido a que se encuentra justo a un paso de la Costa Brava, entre el último sector de la Cordillera de los Pirineos y el litoral, un lugar con un gran abanico de rutas para los amantes de la naturaleza y el senderismo.
Los viajes a Girona nos llevarán a pasear por las calles del Barri Vell que, desde el bello mirador apreciaremos los monumentos más remarcables como la Catedral de Girona, con sus tres estilos arquitectónicos visibles a la vista: románico, gótico y barroco. Las escaleras que llevan a su puerta impresionan a cada visitante que se acerca por primera vez al lugar. Por otro lado veremos las Casas del Oñar, muy características de la ciudad colgando sobre el río del mismo nombre. Construidas a lo largo de los siglos a orillas del río, ofrecen una espléndida imagen de lo que aparenta ser una pequeña ciudad mediterránea. A lo largo de los paseos a orillas del río veremos varios puentes que unen las diferentes zonas de la ciudad separadas por las aguas, aunque si hay dos que no debemos dejar de lado son el Puente de Hierro y el de Piedra, los más famosos.
Conocer Girona es también callejear por La Judería, uno de los núcleos medievales mejor conservados de Europa. Además, su situación entre la Costa Brava y los Pirineos conforma una amplia oferta de turismo activo y de aventura que va desde deportes náuticos en las playas hasta deportes de nieve en los Pirineos. Pero el turismo en Girona incluye asimismo rutas de senderismo a pie, bicicleta y caballo por vías verdes, además de la peculiar forma de desplazarse en segway.