Aranda de Duero

Hablar de Aranda de Duero es sinónimo de gastronomía. Tierra del vino y del cordero, la capital de la comarca de la Ribera del Duero tiene más de 300 bodegas, muchas de ellas abiertas al público. El lechazo asado y la morcilla de Aranda son dos platos que, por méritos propios, han logrado una fama nacional. La cultura vinícola hace que muchos excursionistas elijan viajar a Aranda de Duero por las degustaciones de vinos, especialmente los de denominación de origen de la Ribera del Duero. Además, caminando por sus calles podremos deleitarnos con un patrimonio arquitectónico con rasgos medievales.Para conocer Aranda de Duero debemos pasear por su zona más antigua, ya que tarde o temprano nos encontraremos de frente con la espectacular Iglesia de Santa María, de estilo gótico isabelino y con una fachada que es una auténtica obra de arte. En ella, se representan escenas en relieve de la Adoración de los Reyes Magos. Cerca se encuentra el Palacio de los Berdugo, cuya anécdota más conocida es que en él se hospedó antaño Napoleón. Más hacia las afueras podemos descubrir el santuario de la Virgen de las Viñas, la ermita de la patrona de la localidad.Gran parte del turismo en Aranda de Duero se centra en la ruta del vino de la Ribera de Duero, de la que forma parte la localidad. Las numerosas bodegas abiertas al público son el principal reclamo por parte de los viajeros. Estas, situadas en el subsuelo del casco antiguo de la ciudad, atraen miles de turistas cada año que desean degustar sus vinos.Visitar Aranda de Duero en Semana Santa es un acierto, ya que es una festividad considerada de “Interés Turístico Regional”, mientras que en agosto muchos viajes a Aranda de Duero están motivados por el Sonorama, uno de los festivales de música independientes más conocidos del país que acoge miles de amantes de la música entre sus calles.