Rodeada de montañas y bañada por el mar Mediterráneo, Marsella es una ciudad portuaria en el corazón de la Provenza que cuenta con un litoral envidiable, con unas playas y calas excelentes, además del archipiélago del Frioul. Viajar a Marsella es combinar ocio, cultura y descanso girando alrededor de la encantadora zona del Vieux Port. Además la ciudad se caracteriza el desnivel de su terreno, originando un gran número de cuestas entre las que destacan un pequeño monte que corona la ciudad y donde se construyó su famosa basílica.
Conocer Marsella nos llevará por auténticos rincones franceses desde el paseo marítimo al pintoresco barrio marinero de L'Estaque, pasando por Massalia antigua. Resaltará sobre el resto la famosa Basílica de Notre Dame de la Garde, situada a lo alto de una colina con la ciudad a los pies. Este gran símbolo de la ciudad luce un estilo romano-bizantino que dota a la urbe de unas agradables vistas.
Deambulando por las calles hallaremos el corazón de la ciudad, el Puerto Viejo, que antaño funcionaba como centro económico y hoy en día es un gran punto de interés turístico con imponentes monumentos históricos. Al visitar Marsella nos deslumbraremos cuando veamos el Palacio Longchamp, una auténtica maravilla monumental de estilo barroco donde se ubican el Museo de Bellas Artes, el Museo de Historia Natural y el parque botánico de la ciudad.
Cuando viajes a Marsella observarás cerca de la costa el archipiélago de Frioul, un conjunto de cuatro pequeñas islas de entre las cuales destaca el Castillo de If, de rasgos medievales.
Las playas son otro de los grandes atractivos que atraen turismo en Marsella. La Playa de la Pointe Rouge es extensa y de fina arena y está cerca del Vallon des Auffes, una lugar con un encanto especial marinero perfecto para degustar buenos pescados y marisco. Pero sin duda las más bellas y menos conocidas son las de Les Calanques, donde es posible hacer distintas rutas de senderismo.